66
« en: 11 de Mayo de 2014, 02:08:33 »
El merlín se posó bruscamente levantando una gran nube de polvo de sílice. Hacia el norte un acantilado cerraba el valle donde había aterrizado la nave. En su cima se encontraba Süskind Ville que creciendo como un tumor de plasticero, bioplacas y cazabrisas parecía derramarse por el borde del acantilado como la legaña que cuelga de un ojo enfermo.
El piloto, un tipo vestido con una raída cazadora de cuero marrón, unos tejanos deslavazados y un desaguisado sombrero cowboy, bajó del merlín intentando no tocar el fuselaje al rojo vivo que aún humeaba después de la re-entrada. Se quitó las gafas de sol se atusó la perilla, escupió a lo lejos y rodeando la nave llegó hasta la popa donde de dos patadas expertas logró abrir la dilatada compuerta del compartimento de carga, tras unos instantes de búsqueda y dos maldiciones al Viajero encontró lo que buscaba.
Con movimientos expertos montó el trípode y en su extremo el láser de posicionamiento. Su parte del trabajo casi había terminado solo quedaba esperar. Activó su mobiglas.
-Chachi que si a chachi que no.
-Adelante chachi que no.
-¡Vamos no me jodas! Esto es ridículo...
-¡Shhht Shhht! ¡¡¡Vamos coño sígueme el juego!!! Je je je.
-Esperando a que el puto cuco vuele sobre el jodido nido.
-Recibido chachi que no, te debo una buena cerveza.
-¡¿Solo una?! Serás c...
El piloto volvió a colocarse las gafas, escupió por segunda vez y colocándose un cigarrillo en la comisura dijo hablando para si:
-Quien cojones te mandaría meterte en estos berenjenales ¡eh Klyon, quien cojones! Espero que la recompensa merezca la puta pena.
De'lan Conway retrocedió paso a paso con sus ojos fijos en los parroquianos, nadie hablaba. Cómo suele decirse el ambiente podía cortarse con un cuchillo. En una situación cómo esta uno entendía que el tiempo es un ente vivo capaz de expandirse y retraerse. A su espalda, derramándose a través del quicio de la puerta, la luz de la raquítica estrella marrón hacia danzar su sombra sobre las caras de los patanes. Un último paso le saco de ese tugurio.
Tan pronto pisó la calle se puso a correr. Sabía que una vez pasado el estupor inicial era más que probable que fueran a por él aprovechando la falta de testigos. Sus pasos le llevaron a las afueras, donde escondida entre una escuálida arboleda descansaba su 325A. Miró el mobiglas, de momento el tiempo jugaba a su favor.
Entró en la nave, cerró unos instantes los ojos y apretando sus sienes dejo escapar un lastimero suspiro. Detrás de su ceja izquierda empezaba otra vez el maldito martilleo, aun era débil, pero sabía lo que le esperaba y lo temía.
-Espero que ese maldito loco esté donde dijo que estaría.
-¡No me falles Goldry, no me falles maldito grillado!
A unos ciento veinte kilómetros en la vertical de Süskind Ville en órbita geoestacionaria una destartalada Connie empezaba a despertar de su letargo. A través de los escarchados cristales de la carlinga se apreciaban las siluetas de tres personas que hablaban y gesticulaban enérgicamente.
-...calculando vector de re-entrada.
-¿Estás seguro que esta tartana aguantará Goldry? – dijo R. Geek mirando de reojo a su izquierda.
-¡Claro que si! – dijo Goldry mientras miraba a uno de los mas recientes y prometedores Guns.
Roberto era un tipo alto con una profusa barba de tres días, vestía una casaca que en algún momento del pasado debió ser roja y ahora tenía el color desgastado del vino viejo. Pero lo que más destacaba era su mirada, unos ojos negros que chispeaban locura y genialidad a partes iguales era listo el cabrón, era un puto genio en lo suyo.
-Esta preciosidad ha aguantado mas palos de lo que parece. ¡Antes se apagará la luz del universo! ¡Antes caerá toda la realidad en el Gran Sumidero! Antes pasará todo eso que esta nave sea pasto de los buitres espaciales! - dijo Goldry muy serio, con la mirada perdida en la negrura.
-Si tu lo dices – dijo R. Geek sin demasiado convencimiento.
Una carcajada estalló a sus espaldas. Era el risueño Rafa, siempre con una sonrisa en la faz, amigable y dispuesto. Hasta que alguien le tocaba los cojones, no por nada le apodaban Too Wild. Vestía un ajustado y anticuado traje para EVAs que marcaba sus nervudos músculos. No lo parecía, pero era un tipo fuerte, de los que rompen nueces con los dedos. Completaban el conjunto sus sempiternas y milagrosamente indestructibles gafas de aviador.
Al igual R. Geek, Rafa hacía poco que volaba con los Cowboys y menos aún con los Gunslingers, pero poco a poco se iba ganando la confianza de todos.
-Si maese Goldry dice que la Átropos aguantará, quienes somos nosotros para dudar de su palabra – dijo Rafa mientras la sonrisa volvía a aflorar en su hirsuto rostro y tomaba asiento tras el terminal de artillería.
-¿Erre? - preguntó Goldry
-¡Te he dicho mil veces que no me llames así!
-Si ya has calculado la parábola de entrada, pasa los datos a la pantalla central.
-¡Joooowi! ¡Jooooowi! ¿Estas despierto?- canturreó Goldry
-¡Por supuesto! - contestó una voz aterciopelada con la fuerza de un baritono.
Jowi también era de la nueva hornada de Cowboys, era todo un gentleman. De barba canosa y bien recortada, pantalones de pinza hechos a medida, un elegante chaleco, una camisa de rayas y unos auténticos zapatos italianos completaban el vestuario. Para resumir era el suegro que todas las consuegras sueñan tener. Si sabéis a lo que me refiero.
-Está bien, repasemos el plan, tu serás nuestro seguro de vida si algo falla le cubrirás el culo a D.C. ¿Ok?
-Ok
-Pues bien, pega la nariz de tu nave al culo de la connie eso te dará la ventaja de la sorpresa.
-¡Compas, vamos a patear un par de culos!
La Átropos empezó a virar hasta que alcanzó la posición exacta, un breve impulso de sus motores y la gravedad hizo el resto. A su espalda la 325 de Jowi se alineo a una distancia segura.
Cuando las primeras moléculas de aire empezaron a chocar contra la nave, un gemido cómo de bestia atávica recorrió la nave, el gas condensado por la presión contra el casco se inflamó en unas vistosas llamaradas de plasma.
En la superficie la 325 de Del'an alzó una nube de polvo, escombros y hojas cuando inició la secuencia de despegue. Los indicadores de la nave arrojaban datos a una velocidad asombrosa. Del'an tecleaba de manera febril la consola mientras por el rabillo del ojo controlaba el radar. Casi estaba, casi.
El chivato del radar empezó a trinar. ¡Tres, no! ¡seis! señales habían aparecido y se acercaban a gran velocidad.
El motor de la 325 se quejó, ululó y bramó pero al fin despegó. La nave pese a ser bastante aerodinámica no podía competir con aquellas naves atmosféricas, pronto lo alcanzarían. Encaró el morro hacia el sur, sobrevoló Süskind y rompiendo un par de cristales a su paso salió al valle donde empezó a su ascenso hacia los ya casi negros cielos. A su cola los seis Aero-Stuckers ganaban metros a cada segundo que pasaba. Casi había llegado a la capa de nubes ¡casi, joder!
En el fondo del valle un destello plateado seguido del sonido del trueno arrancó de la cabeza de Klyon el sombrero. Era la señal.
Ajustó el multi-láser, conectó el cable a la entrada de datos del merlín y encaró la pantalla del láser justo en el instante en el que seis extrañas naves seguian los pasos del trueno. Un puntito verde se dibujo en cada una de las aeronaves.
-¡Estáis jodidos hijos de puta!
Del'an apretó los dientes sólo le separaban unos cien metros de la seguridad del mar de nubes, cuando una mole de setenta y cinco toneladas atravesó la espesa capa de nubes y pasó hecha una exhalación a su lado tan cerca que por un instante casi le pareció ver a los mandos a un pequeño pelirrojo con sombrero cowboy y con la cara retorcida en una sonrisa de pura locura y diversión.
La Connie esquivó por los pelos la nave de Del'an, desplegó los cuatro brazos erizados de misiles y los disparo todos.
En ese mismo instante sucedieron dos cosas.
Primero.
Los misiles recorrieron el reducido trayecto que les separaba de sus objetivos.
Segundo.
Un pájaro se cruzó en la trayectoria de uno de los láseres.
Y el cielo se llenó de luz y apareció una hermosa flor de fuego y chispas y de entre las llamas apareció la Átropos con las barquillas giradas 180º y expulsando plasma por los impulsores cómo si no hubiera un mañana.
A su espalda el Aero-Stucker superviviente atravesó el mismo agujero por donde había pasado Del'an sólo para encontrarse de cara con dos rafagas de proyectiles explosivos. Llovió fuego y cenizas sobre Süskind Ville.
La 325 de Jowi hizo una cabriola en el aire y puso rumbo al punto de encuentro en el tercer anillo de asteroides de aquel desdichado sistema.
En el fondo del valle Klyon recogía malhumorado su maltrecho sombrero cuando un ligero temblor subió desde el suelo hasta sus piernas mientras la estática hacía erizarse todo el pelo de su cuerpo.
Giró la cabeza y vio a aquella maldita nave y a su maldito piloto. Echó a correr como alma que lleva el diablo mientras la connie intentaba frenar a marchas forzadas, tuvo que saltar un par de veces para evitar las llamaradas azules que salían de los sobrecalentados motores. Casi estaba sin resuello cuando por fin aquel pandemonium paró con un sonoro silbido cómo el de una tetera hirviendo.
Una voz salió por los altavoces de la connie.
-¡Hey Klyon ! ¡Klyon! ¿Como vas de sed, te hace una birra?
-¡Maldito loco! ¡maldito loco hijo de puta! -gritó Klyon mientras agitaba los puños en dirección de la nave.
Una carcajada de puro regocijo y un poco de malicia resonó por entre las paredes del acantilado.