Autor Tema: 09.08.2947 / RUMBO DE COLISIÓN: CAPÍTULO 1  (Leído 1272 veces)

09 de Septiembre de 2017, 13:20:32
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Havok Specter

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  • En el espacio impera la ley del oeste


El aparato reciclador de aire del techo se encendió de improviso y la rejilla que cubría el conducto de ventilación empezó a vibrar.

Otra vez.

¿Cuántas horas me va a mantener despierta esta vez? ¿Una? ¿Dos?

Con sus ojos todavía cerrados, Clara meditó si debería tratar de ignorarlo, o si sería preferible darse por vencida y levantarse. Casi en respuesta a sus pensamientos, un cosquilleo hormigueante empezó a subirle por el brazo. Eso zanjó el asunto. Mejor levantarse y hacer algo que quedarse tirada en el catre intentando ignorarlo.

Clara se levantó y comprobó su mobi. Eran las 4:00 am SET. Apagó la alarma que había programado con gran optimismo para las 7:00 am y repasó su lista de mensajes recibidos. No había recibido ninguna respuesta de las ofertas de trabajo para las que se había presentado.

Mierda.

Clara había albergado esperanzas de que los contactos de los que disponía Gunther hubieran podido ayudarla, pero parecía que tanto Crusader Security como Blackjack en ArCorp estaban bastante empeñadas en no poner a su alcance ningún trabajo. Pensaba que en Stanton no iba a tener tanta importancia la reputación en el gremio, pero parece que sí la tenía. O al menos la tenía en lo que se refería a aceptar su candidatura para un trabajo.

Clara entró en la bolsa de trabajo y fue pasando todas las ofertas que había estado mirando ayer. Su último trabajo había consistido en escoltar a un técnico de reparaciones de Aciedo hasta un repetidor de comunicaciones averiado en este mismo sector hacía unos cuantos días. Llevaba tanto tiempo con esta mala racha que le estaba dando vueltas a la idea de estropear personalmente un repetidor de comunicaciones para generar un segundo contrato de escolta, pero en el fondo de su corazón Clara sabía que si las cosas llegaban a ponerse tan desesperadas, probaría suerte en Hurston antes de ponerse al otro lado de la ley.

Levantándose de la cama, pasó su mano por encima del interruptor de la luz y se estremeció al ver lo que iluminaba la cruda luz del techo. La estancia EZ-Hab ya tenía un aspecto miserable cuando Clara se había instalado en ella hacía diez noches. Se enjuagó rápidamente la boca con medio trago de una Smoltz rancia y empezó a vestirse.

A Clara la consoló sentir el peso de su pistola cuando la enfundó en su pistolera de cadera. A pesar de que no fuera a poder dispararla dentro de Port Olisar, seguía gustándole saber que el arma estaba allí. Además, nunca se sabe cuándo puedes toparte con un posible cliente. Siempre sale a cuenta mantener las apariencias pensó Clara mientras se anudaba el pelo en un moño que luego tapó bajo una gorra azul del Gremio de Mercenarios.

¿No hay nada malo en llevar una gorra, ¿verdad? No es culpa mía si la gente saca conclusiones precipitadas.

Tras atarse los cordones de las botas, Clara metió todo lo que pudo de la basura que había sobre la mesa dentro de una bolsa Whammer manchada de grasa, y se dio la vuelta para encaminarse hacia el centro de la estación.

O por lo menos eso es lo que intentó hacer. Soltando un suspiro, Clara meneó la bolsa delante del sensor de movimiento de la puerta hasta que éste decidió finalmente prestarle atención. Cuando EX-Hab ofrecía una suite económica, lo era en todos los aspectos. Tras el siguiente trabajo, se prometió Clara a sí misma, buscaría un alojamiento mejor, o por lo menos pagaría los credis adicionales para disponer de servicio de limpieza.

Una vez depositada la basura dentro de una papelera, Clara fue avanzando por entre una muchedumbre dispersa de viajeros que estaban esperando su vuelo hacia el gigante gaseoso que orbitaban y se encaminó hacia las oficinas de Garrity Defense.

- - - - - - - - - -

─Te digo que conozco bien mi trabajo ─dijo Clara─. Venga, ponme a prueba.

─Mira, estoy seguro de ello ─replicó Diego, el encargado del tercer turno de Garrity Defense─. Pero ahora mismo no busco contratar a nadie.

─Ponme a prueba ─insistió Clara─ y luego decides. Eso es lo único que pido.

Entre las tarifas de atraque, el pago del seguro y lo que costaba mantener su nave cargada de armas y combustible y preparada para la acción, las reservas de dinero de Clara se estaban agotando rápidamente. Calculando los gastos, sólo le quedaban créditos para unos dos días antes de tener que elegir entre vivir en su nave, dejar de comer, o algo peor. Clara se figuró que si podía dedicarse a vender armas y armaduras durante un par de turnos, tal vez podría aguantar lo suficiente hasta poder agenciarse algún trabajo de verdad. Tampoco es que estuviera durmiendo mucho últimamente, así que, ¿por qué no?

Diego, mirando de soslayo el gorro de Clara, acabó encogiéndose de hombros y diciéndole:

─Está bien. ¿Quieres una prueba? ¿Ves a ese tipo? Es piloto de transbordador. Se pasa por Olisar una vez a la semana, y es probable que la mitad del tiempo que se pasa a bordo la dedique a mirar lo que vendemos, pero nunca compra nada. Si consigues que se gaste algunos credis podremos hablar acerca de conseguir que pases unos cuantos turnos trabajando aquí.

Clara evaluó la persona que le señalaban. La vestimenta que llevaba era de mayor calidad que la necesaria para ningún piloto de transbordador: enganches para armadura completa, propulsores EVA ligeros, y lo más importante de todo, tenía un aspecto inmaculado. Hasta las botas del hombre parecían impolutas. El detalle más revelador probablemente fuera el sencillo hecho de que estaba vistiendo todo eso dentro de la estación, cuando la mayoría de la gente solía estar ansiosa por ponerse ropa de calle tras un vuelo.

Clara se puso al lado del piloto y contempló el expositor de fusiles colgados en la pared. Dejó pasar unos cuantos segundos antes de decirle: ─¿Estás pensando en pillar el S71?

─No necesito ayuda, gracias ─fue la respuesta del hombre.

─Eso es genial porque yo no trabajo aquí.

─Oh, perdone. Había pensado...

─No, no pasa nada. No te preocupes por eso.

Clara dio un paso atrás y centró su atención en un estante inferior donde se exponían algunas miras.

─¿Estabas diciendo algo sobre el S71? ─preguntó el hombre señalando con un gesto el estilizado fusil de color negro.

─Iba a decirte que no lo pillaras.

─¿Y por qué?

─Porque llevar uno de esos trastos te convierte en un blanco. Si vas con eso, todo el mundo con el que te topes te verá como una amenaza seria. O sea, mira ese cacharro. Parece que grite: «Soy una amenaza» ─Clara puso su mejor mirada de veterana curtida y suavizó el tono de su voz─. Mi ex-colega Gunther solía llevar uno. Es cierto que le fue de mucha utilidad y, sí, ahora hay unos cuantos forajidos menos ahí fuera, ¿pero seguiría vivo si hubiera elegido llevar un arma más discreta? Puedes apostar tu culo a que sí.

El hombre se quedó mirándola boquiabierto mientras Clara finalizaba su discurso.

─Sé que no es asunto mío decirte qué tienes que hacer. Pero resulta que me prometí a mí misma que, si alguna vez veía a alguien pensando cometer el mismo error que Gunther, le advertiría al respecto ─el mobiGlas de Clara la alertó súbitamente de un mensaje entrante─. En fin, tengo que irme.

Y con eso, Clara se dio la vuelta y se encaminó hacia la puerta, asegurándose de guiñarle el ojo a Diego mientras pasaba ante él. Se detuvo en la primera esquina y consultó su mobi.

Le sorprendió un poco ver que el mensaje procedía de Eckhart Security. Clara había oído hablar de esta compañía durante el tiempo que pasó en el gremio, pero no se había enterado de gran cosa, aparte de que tenían fama de ser bastante liberales a la hora de interpretar las reglas.

Pero bueno, la reputación de Clara tampoco era lo que se dice buena ahora mismo.

Decidió responder al mensaje: ─¿Hola?

─Hola, ¿hablo con Clara Lin? ─preguntó una voz ronca perteneciente a un rostro igualmente hosco ─. Soy Miles Eckhart.

Una transmisión del mismísimo jefazo pensó Clara. Eso ya es algo

─Un amigo tuyo se ha puesto en contacto conmigo esta mañana y tenía algunas cosas interesantes que decir.

Ahora mismo podía decirse que Clara sólo tenía un verdadero amigo en todo el verso: ─¿Gunther?

─Ése era. Yo y él cruzamos nuestros caminos hace unos cuantos años y, resumiendo una larga historia, le debo un favor. Supongo que contigo se lo devolveré.

─¿Me va a dar un trabajo? ─preguntó Clara intentando que el tono de su voz no dejara entrever demasiada esperanza.

─No te precipites, todo lo que voy a concederte de momento es una entrevista.

─¿Qué es lo que necesita saber? ─preguntó Clara.

El cliente de Garrity Defense pasó caminando al lado de Clara, intentando evitar el contacto visual mientras apresuraba el paso y giraba la esquina.

─Nada por una conversación a distancia. Soy así de anticuado ─dijo Miles ─. Te indicaré el sitio ─un mensaje emergente le indicó a Clara que acababa de recibir las coordenadas─. Y una última cosa. Preséntate lista para trabajar.

El canal de comunicaciones se apagó a la vez que el encargado de Garrity Defense sacaba la cabeza de su tienda para luego venir corriendo.

─Ah, aquí estás ─dijo Diego─. ¿Qué es lo que le has dicho? Ha comprado un S71 y todos los accesorios que teníamos. El puesto de trabajo es tuyo.

─Gracias. Ya te haré saber mi respuesta ─contestó Clara, dejando tras ella a un Diego ligeramente confuso mientras se dirigía a recoger su equipo.

- - - - - - - - - -

Clara no había estado nunca antes en Levski, y al bajar de su nave, sospechó al instante que ésa había sido una buena decisión. Había oído hablar de la Alianza Popular, pero le sorprendió darse cuenta de cómo le ponía los pelos de punta estar rodeada de tanta parafernalia anti-UEE. Ella no había hecho ningún tipo de servicio militar ni llegado a considerar jamás seriamente el convertirse en ciudadana, pero ya había estado antes fuera de la UEE, y se tuviera que elegir entre los desbarajustes que habían ahí fuera y los desbarajustes que habían dentro de la UEE, el claro ganador sería el sitio donde puedes conseguir una hamburguesa y un medilápiz siempre que lo necesitaras.

La enorme estatua de un chaval muerto que había en el vestíbulo tampoco ayudaba precisamente a relajar el ambiente.

Procurando evitar a los agresivos vendedores del bazar, Clara se abrió camino hasta el Café Musain, el abrevadero local. Mientras bajaba por las escaleras, le sorprendió ver lo acogedor que parecía el bar. La cálida iluminación, las pinturas desgastadas en las paredes, el persistente olor a estim que flotaba en el aire, todo ello le recordaba a los lugares que ella...

Clara se obligó a interrumpir esa serie de pensamientos. Lo que ahora mismo le hacía falta era estar centrada.

Allí. Distinguió a Eckhart sentado ante una mesa bastante alta situada a un lado de la barra. La bebida que sostenía se agitó ligeramente dentro del vaso mientras él consultaba su mobi.

Clara se acercó a Eckhart y estaba a punto de presentarse cuando...

─Coge un asiento. Estaré contigo en un momento.

Clara se sentó en el taburete que había frente a Eckhart y esperó pacientemente. Se fijo en la chaqueta especialmente gruesa que llevaba puesta y se preguntó si lo era para ocultar armas o porque estaba blindada. Decidió que probablemente ambas cosas.

─¿Necesitas un trago? ─le preguntó Eckhart una vez hubo terminado con su mobi.

─Ya estoy bien ─contestó Clara.

─Bien ─dijo él antes de tomar un largo trago de su bebida─. Entonces vayamos directos al grano. ¿Con qué mano disparas?

Clara titubeó un instante antes de responder: ─Con la izquierda.

─Enséñamela.

Clara alzó su mano y la mantuvo en alto. Miles tomó otro trago mientras la miraba. El pulso de la mano de Clara se mantuvo firme.

─Ahora la otra.

Inhalando profundamente, Clara alzó su mano derecha. Su ligero temblor fue evidente de inmediato.

─Sin estar bien, tampoco es lo peor que he visto. ¿Estás limpia?

─Desde hace tres meses ─dijo Clara mientras bajaba el brazo.

─Bien ─Miles volvió a consultar su mobi y le envió a Clara un archivo─. Acabo de enviarte los detalles para la recuperación de una caja negra.

─Espera, ¿me has hecho hacer todo el camino hasta aquí sólo para mirarme las manos?

─Te sorprendería saber a cuántos candidatos puedo cribar con tan solo hacerles venir a verme ─dijo Miles─. Además, he descubierto que resulta mucho más difícil traicionar a una persona a la que has conocido personalmente ─Miles terminó su bebida─. Verás, un cliente mío ha perdido una nave de su propiedad y quiere mantener todo el asunto en privado. Necesito que recuperes los datos de vuelo antes de que la compañía de seguros pueda hacerlo. Dale un vistazo y dime si crees que puedes encargarte de ello.

Clara abrió el archivo del contrato y lo repasó a fondo. Parecía una tarea bastante sencilla. La nave se había perdido cerca del campo de asteroides que había alrededor de Yela, una de las lunas de Crusader. No parecía un encargo especialmente peligroso. Bueno, al menos no más peligroso que el resto de Crusader. La paga le pareció un poco baja, y se lo comentó.

─Tienes toda la razón. Es baja ─ dijo Miles─. Ésta es una tarea de prueba. Si la cumples bien, significará más trabajos y más créditos. Si la fastidias, al menos yo habré quedado en paz con Gunther. ¿Qué me dices?

Si todavía formara parte del gremio, Clara se habría levantado del taburete y marchado de ese sitio. Miles no había dicho ni hecho nada que a ella le pareciera sospechoso, pero una de las primeras cosas que había aprendido al empezar a trabajar como mercenaria había sido a confiar en su instinto. Y en ese preciso momento, su instinto le estaba diciendo que Miles no era exactamente el tipo de persona con la que ella quería hacer negocios. Su instinto le decía que debería limitarse a volver a Olisar y dedicarse a vender armas y armaduras a personas que lo más probable es que no las necesitaran.

A pesar de todo, Clara apretó el botón de «Aceptar» del contrato.

- - - - - - - - - -

Clara completó su cuarto y último barrido de sensores. Aparte de unas cuantas emisiones electromagnéticas residuales procedentes de las pocas baterías flotando entre los escombros que aún no se habían descargado del todo, todo estaba en calma entre los asteroides.

Resultaba un poco extraño hacer una misión en solitario. La cautela era un elemento crucial. En el pasado, Clara se había pasado cinco años volando con Gunther, y durante los dos últimos años con Jenn y Tal. Al ir en grupo siempre tenías a alguien vigilando tu espalda. Actuar en solitario era un asunto completamente distinto.

Clara hizo otro barrido de sensores por si acaso, y luego acercó un poco más su Buccaneer a la masa de escombros que había solido ser una Constellation. Era indudable que quienquiera que hubiera sido el responsable del estado actual de la nave había hecho un trabajo concienzudo. Haciendo girar su caza ligeramente sobre su eje, Clara apuntó su faro de iluminación hacia el retorcido y arruinado puente de la Constellation. Lo más probable es que la caja negra siguiera allí. Clara pensó si le convenía más apagar todos los sistemas o dejar su Buccaneer preparada para salir pitando en caso de que surgieran problemas. Al final, decidió limitarse a apagar los motores, dejando encendidos el resto de sistemas, diciéndose a sí misma que lo hacía por prudencia y no por lo espeluznante que resultaría salir ahí fuera con las luces de su nave completamente apagadas.

Comprobó dos veces el estado de sus niveles de oxígeno y los cierres de su traje, así como el de su pistola y su fusil, antes de tirar finalmente del pestillo de abertura de la carlinga. La superficie acristalada se elevó y, con un pequeño empujón contra su asiento, Clara empezó a flotar en el espacio. Modificó mentalmente su centro de gravedad para que la brillante esfera de Yela le pareciera debajo de ella, en vez de encima.

Siguiendo el haz de luz procedente de su Buc, Clara se impulsó hacia adelante con breves pulsaciones de sus propulsores, apartando cuidadosamente cualquier pequeño trozo de escombros con el que se topara mientras avanzaba. En el Gremio, a los nuevos miembros siempre les enseñaban que TMPT: Te Mueres Por Tonterías. E incluso así, una tercera parte de las muertes de mercenarios de las que te enterabas no habían sido obra de forajidos que los habían derribado, sino de pequeñeces como no vigilar adecuadamente los niveles de oxígeno u olvidarte de llevar un medilápiz adicional. El trabajo ya era de por sí bastante peligroso; no hacía falta volverlo todavía más.

Clara apagó sus propulsores de EVA y dejó que la inercia acumulada la llevara hasta el cristal de la cabina, con el que hizo contacto con un leve ruido sordo. La nave crujió y rechinó a medida que diversas partes de metal raspaban entre ellas hasta adoptar una nueva posición. Clara paseó el haz de su linterna por el interior de la nave y vio que la caja negra seguía ocupando el lugar donde se suponía que debía estar.

Ahora toca buscar una manera de entrar.

Clara no había servido nunca a bordo de una Connie, pero sí que había tenido una vez que combatir contra una. De haber sido ella el atacante, lo primero que habría apuntado serían los torretas, y por lo que ella recordaba, no eran precisamente famosas por quedarse pegadas al resto de la nave una vez las habías reventado.

Clara giró sobre sí misma para que su orientación coincidiera con la de la nave, y luego se encaramó a la parte superior del puente. Como ya se esperaba, un orificio de bordes dentados recorriendo el casco señalaba el punto donde había estado la torreta dorsal. Clara ascendió por el pozo vacío de la torreta hasta alcanzar la compuerta de emergencia que había sellado el puente ante la despresurización de la torreta. Estaba a punto de abrir manualmente la compuerta, cuando se fijo en una cosa.

Los propulsores de una nave aproximándose.

CONTINUARÁ...

Parte 2 aquí.



Traducción por Vendaval en Ciudadano Estelar.
https://robertsspaceindustries.com/comm-link/spectrum-dispatch/16058-Collision-Course-Part-1
« Última modificación: 16 de Septiembre de 2017, 15:03:32 por Havok Specter »
 


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