Autor Tema: 23.08.2947 / RUMBO DE COLISIÓN: CAPÍTULO 3  (Leído 1160 veces)

21 de Septiembre de 2017, 23:39:34
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Havok Specter

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  • En el espacio impera la ley del oeste


Clara se mantuvo lo más quieta posible dentro de lo que quedaba de la estructura de la torreta superior de la Connie. Una de sus manos aferraba el mecanismo manual de apertura de la compuerta que llevaba al interior de la nave medio destruida. Con la otra mano comprobaba los sensores de su traje, que le confirmaron lo que temía: había alguien más ahí fuera.

De repente, la decisión de dejar los sistemas de su Bucc activados, con sus luces iluminando la cabina de pilotaje de la Connie, ya no le parecía tan buena idea.

Dudaba que pudiera regresar a su nave sin ser descubierta, por lo que decidió activar la apertura manual de la compuerta de la torreta y entrar en lo que quedaba de la Connie. Al menos eso le proporcionaría un poco de cobertura mientras ella sopesaba sus opciones.

Una vez dentro, miró a su alrededor para asegurarse de que no había ninguna sorpresa esperándola. Las compuertas internas se habían cerrado automáticamente en el momento en que la sección posterior de la nave voló en pedazos, dejando la sección delantera intacta en su mayor parte. Clara no veía ninguna otra brecha en el casco ni, extrañamente, ningún cadáver.

Dejando la solución de ese misterio para otra ocasión, Clara se situó en una esquina a oscuras y empuñó su fusil. Quitó el seguro y apuntó el arma hacia la esclusa. Ése era el punto de entrada a la nave más obvio. A lo mejor tenía suerte y lograba pillar por sorpresa a quienquiera que fuera el recién llegado si se le ocurría entrar por ahí.

De repente, un silbido insoportable sonó por el comunicador.

─Anda, que nave tan bonita ─dijo Radu─. A mí no me va mucho la Drake, pero reconozco que me daría pena que le ocurriera algo.

Radu tenía su Gladius apuntando al Bucc y sus dedos sobre el gatillo preparados para apretarlo. A esta distancia, el cañón rotativo Scorpion GT-215 de su nave haría trizas el Bucc en cuestión de segundos. Pero la paga por esta faena sólo era a cambio de la entrega de la caja negra de la Connie. No había pluses adicionales. Radu prefería, en la medida de lo posible, evitar tener que ensuciarse las manos.

─Venga, no seas tímido ─prosiguió por el comunicador─. Voy a contar hasta cinco, y si para entonces ni tan siquiera te has presentado, descargaré mis frustraciones con tu nave.

Esperó un momento, pero siguió sin recibir respuesta.

─Cinco... cuatro... tres... dos... uno...

─Vale, está bien ─contestó Clara de mala gana por el comunicador.

─Genial, ahí estás. Qué situación tan embarazosa, ¿verdad?

─No es mala manera de describirla.

─Para que no haya ningún malentendido, tengo tu nave en mi punto de mira.

─Sí, ya me he dado cuenta.

─No es ninguna amenaza, sólo la realidad de nuestra situación. No sé qué piensas tú, pero yo no he venido aquí a buscar problemas.

─Entonces, ¿qué has venido a buscar?

─La caja negra de esa nave. Todo lo demás es tuyo. ¿Qué te parece?

Clara esperó un poco antes de responder para que pareciera que estaba considerando la oferta.

─Vale... ven aquí y cógela.

─Acabaremos con esto mucho más deprisa si sólo te quedas tú ahí dentro y das por sentado que no soy imbécil.

─Me parece razonable. ¿Cómo quieres que hagamos esto?

─Vas a traerme la caja.

Por la mente de Clara pasaron varias opciones, aunque casi todas parecían irrealizables. Miró sus indicadores de signos vitales. Su ritmo cardíaco era elevado y sus reservas de oxígeno se estaban agotando más rápido de lo normal. Trató de controlar su respiración y concentrarse en el primer paso que debía dar para sobrevivir a esta situación: regresar a su nave.

─¿Se te ha comido la lengua el gato? Apenas empezábamos a conocernos ─dijo Radu mientras tamborileaba nerviosamente sus dedos sobre la palanca de vuelo. El silencio de su interlocutora significaba que no le iba a poner las cosas fáciles.

─¿Qué te impide matarme nada más te haya entregado la caja negra?

Radu sonrió. Bien. Quiere cooperar. ─Escucha, el hecho de que mi reacción inicial no haya sido limitarme a freírlo todo a disparos debería hacerme merecedor de un poco de confianza. Si te quisiera muerta, a estas alturas ya lo estarías. Así que tráeme la caja y yo me largaré sin darte ningún otro problema.

Clara reconoció que al tipo no le faltaba razón. O bien le estaba diciendo la verdad, o era un cabronazo traicionero. En todo caso, a ella no se le ocurrían muchas maneras de intentar salir de esta situación que no acabarán provocándole la muerte. Mejor seguir viva y pobre que muerta pero con el orgullo intacto.

─De acuerdo. Dame un minuto para que encuentre la caja negra ─dijo Clara a regañadientes.

─Ésa es la actitud.

─Puedes llamarme Clara ─añadió ella, esperando que darle a conocer su nombre sirviera para humanizarla.

─Radu.

Era un pequeño gesto, pero por alguna razón, oír su nombre la hizo sentirse un poco mejor.

Clara se desplazó hacia la parte delantera del puente. Miró a través del ventanal de la cabina de pilotaje intentando encontrar la nave de Radu, pero las brillantes luces de su Bucc hicieron que fuera tarea imposible. De manera que cambió de dirección y agarró la caja negra.

Se quedó mirándola un breve rato mientras le daba vueltas a sus siguientes pasos. Aunque iba en contra de todos y cada uno de sus instintos, Clara le puso el seguro a su fusil y volvió a engancharlo al punto de sujeción de su traje. Era irrelevante cuál pudiera ser la nave de Radu; la superaba claramente en potencia de fuego.

─La tengo. Voy a salir por el acceso a la torreta superior.

─Tómatelo sin prisas y con calma. No quiero ninguna sorpresa ─le advirtió Radu. Hizo girar ligeramente su Gladius para que el morro apuntara a la parte superior de la Connie. Instantes después, Clara emergió lentamente del pozo de la torreta y reorientó la posición de su cuerpo hasta quedar encarada con la nave de Radu. Luego se quedo quieta.

─¿Y ahora qué? ─preguntó Clara.

Radu se dio cuenta de que no había pensado cómo realizar la entrega del objeto. Sólo sabía que debía mantenerla alejada de su Bucc hasta haber finalizado el intercambio.

─Tráela aquí.

Clara permaneció donde estaba, contemplando el cañón rotativo del Gladius que la apuntaba. El corazón le latía tan deprisa que le parecía que iba a reventarle el pecho.

─¿Podrías al menos apuntar esa cosa en cualquier otra dirección?

Radu mantuvo el morro de su nave donde estaba. ─Estás bastante a salvo. Limítate a traerme la caja sin complicar las cosas.

Clara respiró hondo y empezó a avanzar lentamente hacia el Gladius. Cada metro de distancia que acortaba sólo servía para crisparle todavía más los nervios. Su mente se limitaba a repetir una y otra vez la misma frase en un bucle infinito:

Sólo he de volver a mi nave... Sólo he de volver a mi nave...


─¿Tengo que ir hasta tu carlinga o qué? ─preguntó Clara.

─Ya te diré cuándo parar.

Radu observó cómo Clara iba acercándose. La quería cerca, pero no tanto como para quedar a menos distancia del alcance mínimo de las armas de su caza.

─Párate justo ahí ─ordenó Radu, y Clara obedeció de inmediato─. Ahora vas a soltar la caja y regresar a la Connie. Una vez yo y la caja nos hayamos ido, podrás seguir viviendo tu vida.

Clara estaba lo suficientemente cerca como para poder ver a Radu dentro de la carlinga. Era consciente de que, cuando la caja negra dejara de estar en su poder, quedaría en una posición mucho más vulnerable.

Si le doy lo que quiere, ¿cuántas probabilidades tendré de salir de aquí con vida?

Radu se percató de las dudas de Clara: ─Hemos logrado llegar hasta aquí, de manera que no la fastidies cometiendo alguna estupidez.

Clara repasó mentalmente su breve trato con Radu. No parecía que fuera a asesinarla a sangre fría, pero tenía razón en una cosa: no era estúpido. Si la dejaba con una nave a su alcance, se exponía al riesgo de que ella fuera a por él. No, iba a dejarla en la Connie y volar en pedazos su Bucc. Ésa era la opción más segura para él aparte de liquidarla.

─No volveré a pedírtelo, Clara.

Fue entonces cuando Clara vio que Radu movía ligeramente el brazo. Estaba corrigiendo su ángulo de tiro. Era ahora o nunca. Reaccionando instintivamente, trazó un giro concéntrico con la caja negra y la soltó cuando su espalda estaba alineada con su Bucc. La fuerza de la caja abandonando las manos de Clara sirvió para impulsarla hacia atrás, hacia su Buccaneer. Clara giro rápidamente sobre sí misma para orientarse hacia su nave y encendió sus propulsores EVA. La caja negra, por su parte, quedó flotando y alejándose.

Radu tardó un momento en comprender qué había ocurrido. Se dispuso a centrar su punto de mira en la fugitiva Clara, pero entonces vio por el rabillo del ojo algo que se movía. Se trataba de la caja negra, que pasó flotando por su lado.

Sin más vacilaciones, Radu viró en redondo su Gladius y fue a por la caja. Le daba igual que Clara se escapara, pero todos sus esfuerzos habrían sido en vano si no lograba regresar con la caja negra. Ésta era su última oportunidad para conseguir los créditos que le faltaban por pagar a Madrigal este mes. Eso le daría a Radu cierto margen para intentar hallar una manera de salir de su atolladero actual. Si la pifiaba con este trabajo, no le quedaría tiempo suficiente para completar otra faena que estuviera tan bien pagada. Radu sabía que esa caja negra era su salvavidas: si no le pagaba a tiempo lo que le debía a Madrigal, ya podía darse por muerto.

Dio un bandazo para esquivar un asteroide que la caja negra había dejado atrás y trató de situarse delante de ella. Antes de poder igualar la trayectoria de la caja negra, ésta chocó contra un pedrusco y salió rebotada en una nueva dirección. Radu encendió todos sus retropropulsores y volvió a corregir el rumbo.

Mientras tanto, Clara cubrió con la mayor rapidez posible la distancia que la separaba de su Bucc, asombrada de haber podido llegar hasta su nave sin que la hubieran disparado. Entró en la carlinga y encendió los motores, contenta de haber dejado los demás sistemas encendidos.

Miro hacia atrás por primera vez, y vio la nave de Radu internándose en el campo de asteroides en persecución de la caja negra. Eso debería concederle el tiempo suficiente para huir.

Cuando estuviera a salvo, llamaría a Miles y le explicaría lo que había ocurrido. Él se cabrearía, y es probable que jamás volviera a contratarla, pero al menos ella seguiría con vida. Puede que no pudiera permitirse un EZ Hab esta noche, pero cuando estuviera de vuelta en Port Olisar, podría preguntarle a Diego acerca de ese puesto en Garrity Defense. A lo mejor pilotar un mostrador no estaba tan mal después de todo. Sería aburrido pero seguro.

La voz de Gunther, el viejo amigo de Clara, sonó en su cabeza. Gunther solía asegurar que el aburrimiento mataba a más gente que las balas. Había llegado incluso a afirmar que la fea adicción al WiDoW de Clara no era más que una manera de aliviar el tedio entre cada trabajo.

De repente, a Clara empezó a darle vueltas la cabeza. Llevaba tres meses limpia. Con un tranquilo trabajo de dependienta que le proporcionara un ingreso constante de créditos y un montón de tiempo libre, ¿estaba segura de que no iba recaer en su adicción?

Clara volvió a fijarse en la nave de Radu y vio que éste abría la carlinga mientras la luz parpadeante de la caja negra flotaba hacia él. Por primera vez, Clara comprendió que no sólo había logrado sobrevivir a esta demencial ordalía, sino que de hecho había invertido las tornas. Aún existía la posibilidad de que ella pudiera salir de todo este asunto no solo con vida sino también con la caja negra en su poder.

Ese resquicio de esperanza era todo lo que ella necesitaba.

Radu alargó el brazo intentando agarrar la caja negra a la deriva. Desvió momentáneamente la mirada justo a tiempo de ver el Buccaneer girando en su dirección. Clara venía a por él.

Agarró la caja negra con una mano y la apretó contra su regazo. Sin tan siquiera perder tiempo en cerrar la carlinga, Radu movió la palanca de vuelo justo en el momento en que el Bucc abría fuego. El escudo del Gladius resplandeció ante él, absorbiendo los disparos. La ayuda de voz de Aegis le dijo lo que él ya sabía: sus escudos frontales estaban en estado crítico y debería cerrar el maldito cristal de la carlinga. Tenía que ponerse a cubierto en seguida. Agachó la cabeza mientras el cristal de la carlinga volvía a quedar en posición cerrada.

Radu encaró su Gladius hacia un asteroide grande y maniobró hábilmente para que le sirviera de cobertura. Lo único que necesitaba hacer era salir de este campo de asteroides y entrar en velocidad cuántica en dirección a cualquier otro sitio. Pero antes de que pudiera ponerse a buscar un destino para el VC, sus escudos traseros empezaron a recibir disparos, de manera que pasó a dedicar toda su atención a moverse por entre los asteroides para seguir con vida.

Gracias a los dos enormes propulsores principales de su Buccaneer, Clara era capaz de igualar la velocidad del Gladius de Radu mientras veía como éste zigzagueaba entre los asteroides. Clara se daba cuenta de que todas esas maniobras eran para darle tiempo a sus escudos para recargarse, por lo que ella siguió atacándole agresivamente, aunque procurando no efectuar excesivos disparos para conservar la munición.

Había pasado algo de tiempo desde la última vez que Radu había participado en un combate espacial. La mayoría de sus trabajos más recientes habían sido, por desgracia, cara a cara, por lo que se sintió un poco abrumado al tener que tratar de mantenerse atento simultáneamente a sus escáneres y los asteroides. La voluminosa caja que descansaba en su regazo tampoco servía para facilitarle las cosas. No tardó en resultar evidente que Clara era mejor piloto que él. Según su experiencia, sólo había una manera de vencer a un piloto que te supera en habilidad: hacer algo completamente inesperado.

Sin pensarlo dos veces, Radu inclinó repentinamente el morro de su Gladius y aceleró hasta salir del campo de asteroides para luego trazar un viraje hacia la derecha. Los fríos colores verdeazulados de Yela llenaron su campo de visión y le distrajeron momentáneamente. Volvió a encarar su nave hacia la protección que proporcionaba el campo de asteroides cuando sus escudos traseros volvieron a recibir disparos. Ese Bucc era más ágil de lo que esperaba.

La ayuda de voz de Aegis le comunicó serenamente que sus escudos traseros habían caído. Sintió que su Gladius temblaba y se estremecía. Estaba sufriendo daños en el casco. Dio un vistazo a su panel de control para comprobar si le habían dado en algo importante. Fue entonces cuando se dio cuenta de que sus reservas de combustible cuántico estaban bajando debido a una fuga, lo que frustraba sus planes para una huida rápida.

Clara maldijo para sus adentros. O bien el pulso de Radu era diez veces peor que el suyo, o estaba volando erráticamente para impedirle poder fijar un misil. Estaba demostrando ser un piloto bastante competente, pero no lo suficiente para quitarse a Clara de encima, quien finalmente pudo fijar el Gladius como blanco, aunque justo en el instante en que Radu alcanzaba el borde del campo de asteroides. Aun así, Clara disparó un misil.

En respuesta, el Gladius soltó señuelos antirradar. Segundos después, ante Clara se produjo una explosión seguida de una nube de escombros en expansión. Clara redujo su velocidad para evitar chocar contra nada que pudiera dañar su nave. Dio un vistazo rápido a sus escáneres y no vio ni rastro de la nave de Radu.

No puedo creerme que lo haya logrado...

En el preciso instante en que ese pensamiento pasaba por su mente, su escáner mostró algo que se dirigía a toda velocidad hacia Yela. Clara volvió a observar la nube de escombros que tenía ante ella, pero no llegó a ver ningún fragmento de nave. Seguramente su misil había impactado contra un asteroide.

Clara comprobó sus escáneres una vez más; dado que no apareció ningún otro contracto en el área, viró 180 grados su nave y aceleró al máximo para continuar la persecución.

No sabes darte por vencida, ¿verdad? pensó Radu al ver cómo el Bucc emergía del campo de asteroides dispuesto a seguir persiguiéndole hasta la superficie de Yela. Como consolación, la distancia ganada le había dado a sus escudos tiempo para recargarse. Su Gladius tembló al penetrar en la tenue atmósfera de Yela. Radu ya había estado aquí las veces suficientes como para saber que ese temblor no era normal.

Mientras aceleraba hacia la superficie, las vibraciones no dejaron de empeorar. Temía que el ala izquierda de su nave fuera a partirse en cualquier momento. Había planeado aterrizar en la cara oscura de Yela y esconderse allí, pero aterrizar en medio de la nada ya no le parecía tan buena idea. Si luego su nave no podía despegar de nuevo, iba a quedar bien jodido. Las temperaturas en la cara nocturna de Yela eran brutalmente frías. Tenía que encontrar un puesto avanzado.

Radu dejó de contener el aliento cuando su Gladius logró finalizar la entrada atmosférica sin perder el ala en el proceso. Meneó la cabeza mientras consultaba sus escáneres; el Bucc seguía pegado a su cola. Radu abrió el mapa y empezó a buscar el puesto avanzado más cercano. El alma se le cayó a los pies al ver la distancia a la que estaba el refugio de emergencia más próximo. Dudaba que su baqueteado caza pudiera llegar hasta ahí antes de que el Bucc de Clara le diera alcance.

Miró a través del cristal de la carlinga para examinar el horizonte negro como el carbón. El anillo de Yela pendía del cielo justo por encima de la línea del horizonte, con Crusader situado un poco más arriba. Tanto el anillo como el planeta emitían un bello resplandor. Radu apartó sus ojos de esa hermosa vista y se fijó en el horizonte. Pudo vislumbrar la débil luz emitida por un puesto avanzado. Su Gladius tembló y entró momentáneamente en pérdida antes de volver a estabilizarse. Radu sabía que no le quedaba mucho tiempo. Tendría que aterrizar y arriesgarse con lo que hubiera allí.

¿Dónde se ha metido? El contacto había desaparecido de los sensores de Clara. Había esperado que Radu se pusiera a volar a baja altura en busca de cañones o algún otro elemento de cobertura, pero ella debería seguir estando lo suficientemente cerca como para captar la señal de su nave. Clara sobrevoló una cordillera y vio una débil luz debajo. Tenía que ser él.

Clara hizo descender su Bucc. En medio de una pequeña llanura rodeada de montañas había un pequeño puesto avanzado, apenas iluminado. A medida que se iba acercando, las luces del Bucc iluminaron una pequeña columna de humo que se alzaba de un Gladius que acababa de efectuar un aterrizaje de emergencia en las inmediaciones del puesto avanzado.

El caza no tenía aspecto de poder volver a alzar el vuelo, pero aun así Clara se aproximó a él con su Bucc. Lo iluminó con las luces de su nave y vio que estaba abandonado. Para asegurarse de que él caza no iría a ningún sitio, disparó contra él una ráfaga de proyectiles.

Acto seguido, dirigió su Bucc hacia el puesto avanzado y fue reduciendo su velocidad hasta detenerse justo delante de la puerta del edificio. A continuación encendió su comunicador.

─¿Quieres adivinar cuántos misiles hacen falta para destruir este puesto avanzado?

─Preferiría que no ─replicó Radu, quien seguía jadeando por su carrera hasta aquí. Nada más cruzar la cámara estanca del puesto avanzado, se había dejado caer al suelo. Tenía la espalda apoyada contra la pared y la caja negra de la Connie volvía a descansar sobre su regazo.

─Bueno, si no quieres averiguarlo, entonces será mejor que me traigas esa caja negra.

Radu meneó la cabeza, agotado: ─No, puedo.

─Te vi apoderarte de ella.

─No es eso. Necesito los credis. Si no los tengo mañana, estoy muerto. ¿Por qué te importa tanto? ─Radu se puso en pie y atravesó el umbral de la puerta metálica de seguridad que daba paso al interior del puesto avanzado.

En el lugar reinaba el desorden, pero alguien había estado aquí recientemente. Recipientes a medio comer de Big Benny's se acumulaban encima de una mesa metálica en el centro de la habitación. Había numerosas cajas apiladas en estantes de metal, así como munición balística para naves dispuesta sobre las encimeras y dispersa por el suelo donde una caja se había volcado. Radu ojeó unos cuantos recortes de papel que había por allí.

Fuera, en su Bucc, Clara miraba la puerta del puesto avanzado mientras buscaba una respuesta para otra pregunta: ¿valía la pena sacrificar la vida de Radu para quedar bien con Eckhart?

La adrenalina provocada por el duelo espacial y la persecución estaba al fin agotándosele y siendo reemplazado por cansancio. Lo única respuesta que podía dar Clara era la verdad.

─No puedo fastidiar esta faena. Es mi última oportunidad para conseguir algo respetable. Ya no voy a tener ninguna más, y necesito realmente que algo me salga bien por una vez. Pensaba que esta vez iba a ser así... hasta que tú apareciste,.

Dentro del puesto avanzado, Radu abrió la tapa de una caja que había encontrado escondida en un rincón. Luego volvió a mirar la habitación donde estaba. Había otras dos cajas idénticas apartadas a un lado. De repente, todas las piezas encajaron y supo qué debía hacer.

Radu fue adonde había dejado la caja negra y la recogió. Luego encendió su comunicador: ─Voy a salir fuera y no estoy armado. No dispares.

Entró en la cámara estanca e inició la secuencia de despresurización. En su Bucc, Clara mantenía el dedo sobre el gatillo por si acaso. Vio cómo Radu salía al exterior sosteniendo la caja negra. Bajó los escalones que conducían al puesto avanzado y dejó la caja en el suelo.

─Toda tuya ─dijo Radu─. Yo volveré dentro para que no tengas que preocuparte de que pueda robarte tu nave o algo parecido.

─¿Pero por qué? ─fue lo único que a Clara se le ocurrió decir en respuesta.

─Dijiste que necesitabas una última oportunidad. Pues bien, yo necesito mucho más que eso para salir del lío en el que estoy metido. Parece que a ti esta cosa te ayudará más que a mí.

─¿Estás seguro?

Radu asintió con la cabeza y caminó de vuelta al interior del puesto avanzado. Clara se quedó sin saber qué hacer, sin estar todavía segura de que no se tratara de una trampa. Finalmente, bajó de su nave, cubrió cautelosamente la distancia que la separaba de la caja negra y se hizo con ella. Luego volvió a su nave y abrió el canal de comunicaciones.

─Gracias... ¿Quieres que te envíe ayuda o algo parecido?

─No te preocupes por eso. De hecho, probablemente sea mejor que te largues de aquí antes de que te veas atrapada en lo que va a suceder.

Clara sintió deseos de preguntarle qué quería decir con eso, pero se daba cuenta de que Radu le estaba ofreciendo una oportunidad de no verse involucrada en lo que estaba planeando. Quién sabe qué podría ocurrir si Clara no la aprovechaba. Con ese pensamiento, Clara despegó. El Bucc desapareció en la noche.

Radu abrió su mobi y se puso en contacto con Madrigal. El sicario de los NovaRider tardó un poco en contestar a la llamada.

─Vaya, vaya, mira quién es. ¿Tienes mis credis?

─Para serte sincero, te he llamado para discutir un trato.

─Pues resulta que yo no hago tratos con nadie.

─Éste lo harás después de que escuches lo que puedo ofrecerte,

─¿En serio? ¿De qué se trata?

─La ubicación de un alijo escondido de los Nueve Colas. Si te paso esa información, ¿darías por saldada toda mi deuda?

Radu interpretó el silencio como una buena señal.

─¿Qué garantías me das de que es lo que dices?

─En eso consiste la segunda parte del trato. Vas a venir a recogerme ahora mismo. De esa manera podrás verlo por ti mismo. No sé a cuánto se vende ahora el SLAM, pero estoy bastante seguro de que un par de cajas de esa sustancia alegrarán mucho a tus jefes.

Radu se dio la vuelta y salió caminando del puesto avanzado.

─Será mejor que te des prisa. Considerando el día que he tenido, quién sabe qué podría ocurrir a continuación.

Radu apagó el comunicador y fue caminando hasta los restos de su Gladius, con la esperanza de que su segundo fusil siguiera intacto.

FIN



Traducción por Vendaval en Ciudadano Estelar.
https://robertsspaceindustries.com/comm-link/spectrum-dispatch/16081-Collision-Course-Part-3
 


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