Autor Tema: 27.09.2947 / EL AVISTADOR SOCIAL: EL LIORAJ  (Leído 1100 veces)

05 de Noviembre de 2017, 18:52:24
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Havok Specter

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  • En el espacio impera la ley del oeste


Saludos, viajero. El universo está lleno de historias únicas esperando a ser contadas. Aquí, en el equipo de EL AVISTADOR SOCIAL, estamos impacientes por proporcionaros una mirada muy de cerca a las fascinantes personas que viven entre las estrellas y las asombrosas aventuras que tienen. Hoy vamos a explorar la ceremonia tevarin del Lioraj, un antiguo ritual que, hasta este año, no se había realizado desde la Purga del 2610.

Cuando entré en el gran vestíbulo al aire libre, quedé sorprendido de inmediato por lo mucho que el Templo de Rijora se diferencia de la ciudad que ha ido creciendo en torno a este antiguo edificio. Incluso en esa hora tan temprana, la gente de Gemma armaba tanto bullicio como una colmena de pareas, igual de alborotados e igual de concentrados en llevar a cabo cualquier tarea que se hubieran propuesto cumplir. Dentro de los antiguos muros del templo, no obstante, una quietud impregnaba todo el recinto como el frío rocío matinal que aún humedecía el suelo intrincadamente tallado. El sol aún no se había elevado lo suficiente en el cielo como para que su luz llegara al interior del edificio, pero el sutil resplandor purpúreo del cielo de Jalan proporcionaba suficiente iluminación para que y los otros trece tevarin pudiéramos ponernos nuestra liviana kiari, un atuendo tradicional de malla entretejida confeccionado de manera que permita realizar la amplia variedad de movimientos necesarios para la ceremonia.

A pesar de que soy un tevarin, nunca había estado antes, como muchos de mi pueblo, en nuestro antiguo mundo natal. Crecí en Borea y pasé mis años formativos esforzándome por demostrar que yo no me diferenciaba de mis vecinos y amigos humanos. Sin embargo, con el reciente hallazgo de las ruinas de Kabal III, he descubierto un nuevo deseo de aprender sobre la historia de mis antepasados. De manera que, cuando me enteré de que la Sociedad por la Preservación Tevarin estaba intentando recrear un ritual perdido, no podía desaprovechar esta oportunidad de conectar con mi herencia cultural a un nuevo nivel.

Para los antiguos tevarin, la ceremonia del Lioraj era un importante ritual que se realizaba para comunicarse con antiguos ancestros y futuros descendientes. Se creía que, llevando a cabo dentro del templo una serie de cánticos y movimientos cuando el planeta estaba situado en un punto concreto de su órbita, se alcanzaba un estado de armonía con todos quienes han repetido ese acto antes y después de ese momento, obteniendo sabiduría y discernimiento. Los historiadores conocen desde hace tiempo los puntos esenciales de este ritual, pero ha sido sólo gracias a una nueva recopilación de escrituras descubiertas en Kabal III que los estudiosos han podido ser capaces de empezar a reconstruir los intrincados detalles y particularidades necesarios para llevar a cabo el Lioraj.

A lo largo de las siete semanas anteriores a la ceremonia, dejé mi hogar y mudé a una residencia ubicada en el vecindario de las Siete Colinas, a tan sólo unas pocas manzanas del propio templo. Allí es donde debía vivir y trabajar con mis trece compañeros de ritual mientras aprendíamos la complicada coreografía que se esperaba que realizáramos. Se trataba de una serie de noventa y ocho posturas y entonaciones distintas, cada una de las cuales debía ejecutarse a la perfección para poder alcanzar una armonía completa con los Lioraji de las generaciones pasadas y futuras. Vivir juntos no sólo nos permitirá practicar de manera exhaustiva, sino que nuestra convivencia nos ayudaría a aprender a actuar como una unidad cohesionada. Hasta el día del ritual, comeríamos, dormiríamos y nos asearíamos juntos. Al principio me resultó extraño. Llevaba toda mi vida acostumbrado a ser el único tevarin en la habitación, y ahora, dondequiera que mirara, había otros cuyo aspecto y movimientos eran como los míos. Estando aislados del mundo exterior, me asombró la rapidez con las que nos convertimos en camaradas.

En la segunda semana, ya teníamos una rutina bien establecida. Varios de los voluntarios procedían de Branaugh, y nos enseñaron cómo preparar comidas tevarin tradicionales. Nos despertábamos al amanecer, rompíamos nuestro ayudo con narina, una mezcla molida de varias semillas, cereales y nueces, condimentada y hervida hasta formar una barra gruesa y nutritiva. Tras eso, practicábamos hasta la puesta del sol. Guiados por los historiadores, cada movimiento era practicado una y otra vez. Los cánticos resultaron aún más difíciles. Al no estar acostumbrado a hablar tevarin, las palabras y tonos me parecían extraños y exóticos. Tuve la garganta irritada durante varias semanas a medida que mis músculos se iban ajustando a lo que ahora les pedía. No fui el único al que le pasó esto, y nuestras conversaciones no tardaron en quedar reducidas a susurros.

Los avances eran lentos y difíciles, pero al final del primer mes nuestro esfuerzo empezó a dar sus frutos. Para entonces, los movimientos se habían vuelto algo casi instintivo. Ahora ya no practicábamos para aprender, sino para alcanzar una sincronía perfecta entre nosotros. Mi mente, cuya atención ya no estaba enfocada en hasta qué altura levantar un codo o dónde colocar un pie, se sumía en un estado meditativo. Era fácil ver cómo mis antepasados podían creer que el tiempo se colapsaba en un único punto durante el ritual. De hecho, llegados a ese punto, mis días en la residencia parecían convertirse en algo difuso. Antes de darme cuenta, habían transcurrido las siete semanas y el día del ritual había llegado.

Una gran multitud se había reunido en el templo para observarnos. Completar una ceremonia que no se había realizado en varios siglos era un gran evento, no sólo para los tevarin, sino también para los muchos humanos que han llegado a adoptar el movimiento preservacionista. Poco antes de la hora en que estaba previsto el inicio de la ceremonia, llegaron los manifestantes. Mostrando lemas como «Nunca más» y «Mantened la Purga», algunos de ellos eran tevarin convencidos de que el pasado de nuestra gente debería seguir enterrado, mientras que otros eran miembros del movimiento antitevarin conocido como Némesis. Según una declaración hecha en el Espectro por ese grupo, están dedicados a «garantizar que los tevarin nunca vuelvan a suponer una amenaza para el Imperio». Temen que si los tevarin recuperamos el vínculo con nuestros ancestros, pronto querremos volver a librar una guerra contra la humanidad, tal como ellos hicieron. Sin embargo, para mí y la mayoría de los demás, recuperar el vínculo con nuestra herencia tevarin no tiene nada que ver con distanciarnos de la humanidad, sino con hallar nuestro lugar dentro de la sociedad. ¿Cómo vamos a poder saber cómo avanzar como pueblo si no adquirimos un mayor conocimiento de qué hemos sido? En muchos sentidos, en eso consiste el propio Lioraj: volver a conectarse con el pasado para conectarse con el futuro.

Yo ya estaba nervioso por tener que actuar delante de semejante multitud, pero ahora me preocupaba no poder concentrarme debido al alboroto que Némesis estaba creando. También resultaba evidente que eso era lo que estaban esperando. El corazón me latía con fuerza y mi piel se puso rígida, pero cuando los catorce de nosotros ocupamos nuestras posiciones en la sala y adoptamos la primera postura, la multitud, incluidos los manifestantes, quedó en un segundo plano. Yo ya no era yo. Ahora era un Lioraji.

Nos movimos todos al unísono. Nuestras voces se alzaron como una sola y catorce pares de manos y pies dieron forma a las antiguas palabras. Avanzamos entrecruzándonos y trazando un camino en el suelo que consagraba el recinto, un símbolo de advertencia de que el ritual había empezado. Aceleramos el ritmo y el corazón de la ceremonia tuvo lugar mientras nos bañábamos en la cálida luz que llenaba el cielo matutino de Kaleeth, el mundo natal de nuestro pueblo.

Cuando adoptamos la última postura, el tiempo se detuvo por un momento, y luego volvió a ponerse en movimiento acompañado de los gritos de júbilo de la multitud. Lo habíamos hecho.

No estoy seguro de si llegué a hacerme uno con los demás tevarin a lo largo de la historia, pero lo que sí sé es que me sentí más cerca de lo que significa tanto ser tevarin como ciudadano de lo que me había sentido nunca antes. Y que la próxima vez que Jalan llegue a su afelio, yo volveré a estar allí para realizar de nuevo el Lioraj, junto con incontables tevarin antes y después de mí.



Traducción por Venvadal en Ciudadano Estelar.
https://robertsspaceindustries.com/comm-link/spectrum-dispatch/16143-Observist-Lifestyle-The-Lioraj
 


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